Desmarcada del calendario, y soberana, va la poesía por todo sitio donde exista un ser capaz de apreciarla; sin embargo, cada 21 de marzo –desde 1999 y por acuerdo de la Unesco en su 30ma. Conferencia General– se celebra el Día Mundial de la Poesía, que nace como una necesidad de honrar a los creadores, de revivir las tradiciones orales, y promover la lectura, la escritura, y la visibilidad de este género mayor.
¡Cuántos habrán buscado la respuesta ante aquella interrogante que pretende definir la poesía! Sin embargo, de poco sirve teorizar cuando lo tratado sobrepasa los límites del lenguaje. Lo cierto es que ella está ante nuestros ojos, desde el origen mismo de la vida, unas veces palpable; otras, inasible.
Muchos nombres integran la multitud de los que consiguen escribirla. Desde aquel primer poema atribuido a Enkheduanna, sacerdotisa de la antigua Mesopotamia, en el siglo XXIII A. C., hasta el que se está componiendo tal vez ahora mismo, en cualquier lugar del mundo, también por seres comunes –y mientras nacen estas letras–, todos conforman el inmenso tratado que recoge la belleza experimentada y llevada a la palabra.
En nuestro país, larga es la lista de reconocidos poetas con los que se honra nuestra historia cultural. Baste decir José Martí, y que el lector cite a otros tantos en su memoria.
Dichoso aquel que haya sido tocado alguna vez por ella, porque no es suficiente salir a buscarla. Es preciso que se produzca, entre ella y el ser, ese encuentro. Está en todas partes, sí, pero al poeta le está dado «traducir» esa belleza, y devolverla en forma de palabras, para que otros la comprendan. En ella podría leerse, sin duda, la historia de la humanidad.
¿Qué es poesía?, preguntaba la joven de pupila azul al poeta romántico, con la esperanza de hallar la respuesta. Bécquer salvaba la situación mostrándole un espejo, ante el impacto del enigma.
«La poesía empieza en todas partes y termina siempre en los papeles», escribiría después Luis Rogelio Nogueras, y con toda razón.
Poesía es tristeza, soledad, júbilo, decencia, desconcierto, lo misterioso, lo intangible…. es la metáfora que se atraviesa en las almas, y con suerte recogerá un soporte digital o un pliego, para que tú, que también eres poesía, la examines, sin que puedas, jamás, definirla.
Tomado de Granma
