sábado, marzo 22, 2025
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José Elias Garrido: todavía recuerdo a Manolito tirado en el suelo

José Elías Garrido nos confiesa que la mente le falla. A sus 94 años es lógico. Preguntarle por un  pasado tan distante en el tiempo parecía un riesgo. Pero, para nuestra sorpresa, las palabras corrieron y las historias tan claras, con lujos de detalles, fueron sorprendentes.

Hoy, 30 de octubre, su primo Manolo Garrido cumpliría 84 años de edad ¿Cómo lo recuerda?

Manolito era solo un niño. Si la mente no me falla, ya había cumplido 19 años ese 9 de abril. Él era un sobrino muy querido para mi papá. Desde niño fue muy dispuesto. Los tiempos y la necesidad hicieron que trabajara muy joven y ayudara a la familia, fue en la escuela nocturna que alcanzó el sexto grado. Él lo mismo arreglaba televisores, que repartía mercancías. A mi casa iba casi todas las noches, cuando mi papá vivía en Gonzalo de Quesada, porque cerca vivía su novia. Allí conversábamos mucho y de muchos temas.

¿Cómo se inició en el Movimiento 26 de julio?

Nosotros abiertamente no podíamos hablar de eso. Mi papá se preocupaba porque me habían sorprendido más de una vez, me habían quitado la bicicleta. Entonces hablábamos a solas. Yo era mayor y me tomaba de cierta forma de ejemplo, pero no pertenecíamos al mismo grupo y no dábamos muchos detalles. Sabíamos que estábamos por la misma causa, eso sí. Era una etapa en la que muchos estaban ocultos haciendo lo mismo y no lo confesaban por temor. Sé que desde 1956 integró las filas del movimiento y hizo sus cosas: sabotajes, propagandas, etc.

¿Qué recuerda sobre la implicación de su primo en los hechos del 9 de abril?

Bueno, la noche del 8 él, como de costumbre, estuvo en mi casa, y ahí fue Tuto y nos dijo que la huelga estaba suspendida, que no nos fuéramos a lanzar. Pero esa mañana cuando me levanto veo la “revoltura” y nos conforman que sí, que había empezado la huelga. Me «revolví» y salí.  

Cuando salimos, yo y dos compañeros, yo vivía en Villa Alegre, y cojo por el andén, en una caseta que era para el guardafrenos veo a Manolito y le dije: Manolito mira, aquel teniente que está  que en la puerta de la Ferretería de Valle le dicen el Teniente Cacharro, es experto tirador, la caseta y la columna de hierro te amparan, no te salgas de ahí. Pero disparó y se le trabó la escopeta. Tenía un problema de desgaste y muchos desajustes, incluso estaba amarrada con una tira. Se le trabó el cartucho, olvidó todo lo que le dije y se salió.

En ese momento el teniente Cacharro corrió y se metió en una zanja, ganó la mitad de la distancia del terreno. Lo cazó y le dio el primer tiro. Cuando siento, que miro, veo a Manolito tirado en el suelo, pero venía la guardia rural a caballo. Ya yo no podía hacer nada. Para salvarnos salimos corriendo y nos refugiamos en la plaza, actual correo.

Dicen que se metió en los baños de Ferrocarriles y los acabaron de rematar ahí.

¿Qué significó para la familia Monolo Garrido?

Figúrate. Él era un muchacho muy valiente. Yo tenía más experiencia y viví para contarlo. Mi papá, en especial, lo adoraba. No se me olvida que lo tiraron en un camión y al cabo de las 24 horas o más pudieron robar su cadáver y lo enterraron cerca del cementerio hasta que se le diera una sepultura honrosa.

No olvido el retrato que conservaba mi papá encima del televisor. Era algo muy grande su sobrino Manolito. Hoy tuviera 84 años. Tampoco olvido que sentí el disparo y que, con el dolor de mi alma, lo tuve que dejar atrás.

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