Villena: intelecto y arrojo

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Se le escuchaba toser hasta quedar incluso sin voz. La tuberculosis intentaba matar los impulsos, pero eran incontenibles. Las palabras en el papel eran su mejor arma y con ellas se defendía hacía mucho tiempo.
Rubén Martínez Villena tenía apenas 30 años y ya su salud se agrietaba. Pero ya Villena en 30 años había hecho mucho por Cuba.

Desde los 11 años Rubén componía versos, y jugando a ser poeta ya a los 21 era conocido por sus composiciones literarias, que motivaron sus estudios por las letras y las ciencias y luego la abogacía. Y los conocimientos los vinculó a sus inquietudes revolucionarias porque, según sus propias palabras: “la verdadera política es parte de la cultura”.
La redacción era para él vital “ustedes tienen que aprender a hablar y a redactar para poder establecer la debida comunicación con las masas y hacerle la vida imposible a los falsos líderes. No se preocupen por otra cosa que de manifestar con claridad lo que es necesario que las masas conozcan·. Repetía una y otra vez. A su cargo estuvo la redacción del manifiesto de la trascendental Protesta de los 13 donde representó a un grupo de intelectuales de izquierda que protestaban contra la corrupción.
La Falange de Acción Cubana, el Movimiento de Veteranos y Patriotas, la CNOC y el PCC, supieron de la valía de un líder que era transmisor fiel de las necesidades y anhelos de sus miembros. Entre Cuba, la Unión Soviética, y Estados Unidos maduró su conciencia política y a Cuba volvió para ser protagonista de los convulsos años 30 junto a otras tantas figuras cimeras. Ya le habían dicho que llegaba el ocaso de sus días y a Cuba le entregó sus últimas fuerzas. Dirigió desde su cama, desde su silla, desde su pensamiento, con sus escritos.
El Machadato sacó sus últimas fuerzas. Se tuvo que esconder, ya lo buscaban, lo perseguían, lo amenazaban, y le asestó el golpe final al “Asno con garras”, epíteto con que él mismo lo hiciera pasar a la historia.
De la valía de Rubén Martínez Villena como intelectual hablan sus obras poéticas: “La Pupila Insomne”, “Mensaje Lírico Civil” y escritos económicos de la talla de “Cuba, factoría yanqui”. De su valía como revolucionario habla el arrojo, en las páginas de la historia dedicadas a los hombres trascendentales.