«Una duda me hace dudar de todo, hasta de los círculos cuadrados», escribió María Elena Oliva López al pie de la mayor obra que integra la exposición Poemas gráficos: alegorías y metáforas visuales.
Y yo que también dudé, confieso que resulté gratamente impresionada ante las 24 piezas integrantes de la muestra que recoge los años de confinamiento y poco roce social vividos por la artista, debido a la Covid-19.
Figuraciones abstractas emanadas de versos de un hondo lirismo atrapan al espectador. Vivencias personales de la autora, sus miedos, sueños, sentimientos, ansias de escape lo lleva a desandar mundos desconocidos, astrales, espacios irreales pero deseados.
Las paredes escuchan, Poemas ajenos, Sonata para las flores, El regreso de la prosa, Oda a la muchacha que vive frente al mar, son algunos de los sugerentes y sutiles títulos que contrastan con los colores vivos de las obras creadas por María Elena con el antiquísimo método de la monotipia, su técnica preferida dentro del arte del grabado-según confiesa.
Expuesta en la galería de arte Wifredo Lam de Sagua la Grande, esta exposición personal demuestra la madurez artística de la autora que ya antes mostró sus obras en el mismo recinto y otros de Villa Clara.
