miércoles, septiembre 18, 2024
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María Mercedes: “Mi museo es mi casa”

Hace 8 años el Museo de la Música Música Rodrigo Prats Llorens es su casa. De ello son testigos los instrumentos musicales, las vidrieras y las partituras.

 Para María Mercedes Pascua Font no hay horario de trabajo prefijado desde que en 2019 asumiera la dirección de una institución de relevancia en el ámbito cultural sagüero.

Una conversación con ella está cargada de pronombres posesivos porque el sentido de propiedad hacia su museo es muy grande. En complicidad: el canto de los pájaros, las hojas que caen tras la caricia del viento y la amplia terraza con los confortables sillones; el clima perfecto para conversar.

¿Cómo llega María Mercedes al mundo de la cultura?

“Me licencié en estudios socioculturales en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, luego de haber sido ubicada en otro centro de trabajo logré, en 2015, comenzar mi adiestramiento aquí. Luego de esa fecha ocupé una plaza de museóloga, donde fui aprendiendo del panorama musical sagüero, de su historia y del valor de esa historia. Asumí el cargo por la política de cuadros y reservas, primero por un periodo de pruebas, como directora en funciones pero me quedé.”

¿Cómo asumes el cargo?

“Entré de licencia de maternidad y al mes y un poco estaba asumiendo la dirección. Realmente nunca pensé convertirme en la directora, ni era una ambición o una proyección porque realmente el trabajo técnico es lo que me gusta, investigar. Yo cubría por el director en algún que otro momento pero no de a lleno. Ya asumir oficialmente fue otra cosa, implicaba dar mucho más. Era una responsabilidad muy grande a la que me enfrenté sin esperarlo.

¿Consideras que ser joven y mujer te han limitado en tu tarea?

“No creo que sea una limitación pero sí es cierto que es difícil lograr reconocimiento, lograr un espacio dentro de este sistema. Soy la primera mujer en dirigir la institución, y da la casualidad que también soy joven. Los anteriores han tenido experiencia en el sector de la cultura y en cargos de dirección incluso. Cuando llegas de la universidad vives en un sueño y, de pronto, aterrizar en la práctica es difícil. Me enfrenté a la maternidad, para lo cual no estaba preparada y asumo el cargo con limitaciones, con situaciones personales determinadas.  Pero pienso que la etapa del trabajo técnico, como museóloga me dio el espacio para darme a respetar para mostrarlo que lo que sé y muy importante: sentir la institución mía”.

¿Cómo es la vida en Museo de la Música?

“A veces las personas piensan que los trabajadores de los museos y de cultura, en sentido general, no hacemos nada o hacemos poco. Cuando miran hacia los museos creen que somos objetos históricos, inamovibles como lo que exhibimos. La cultura es un bien inmaterial pero nadie imagina ni valora el poder tan grande que tiene la cultura. Es verdad que vivimos con  carencias pero la cultura aviva el espíritu y en una actividad en el museo te das cuentas de cómo influye en los espectadores, de cómo se van rompiendo barreras en el escenario más convulso”.

“La vida en el museo es agitada, se va de las ocho horas, no es un trabajo remunerado como se debe. No tenemos tiempo a veces ni para nosotros mismos, nos agotamos mucho porque somos personas y tenemos las mismas necesidades que los demás. Siento, como los demás, que el museo es mi casa. El compromiso que tenemos hacia el trabajo que realizamos nos impulsa.”

“Que el visitante se sienta a gusto, en un clima acogedor en los espacios, incluso en las que no nos pertenecen, nos da reconocimiento social y eso requiere mucho esfuerzo. A veces tenemos muchas tareas, actividades culturales, y el objetivo primero, el objeto social del museo, que es proteger, conservar, salvaguardar, el trabajo técnico en sentido general, no se puede descuidar. Son piezas bajo nuestro cuidado y nuestra custodia. El tiempo hace lo suyo: la pieza se deteriora y tenemos que frenar todo eso, la realidad es que cada vez los recursos son menos y tenemos que cuidar lo que tenemos. Es un trabajo de mucho compromiso y respeto, y no nos podemos justificar en que tengamos la casa llena de actividades”.

¿Qué espacios culturales tiene el museo?

“Durante el mes tenemos peñas caracterizadas, alrededor de nueve, entre ellas las visitas dirigidas, que generalmente intencionamos a educación porque se trata de historia y hay que aprenderla desde las primeras edades, los niños y jóvenes tienen que saber su historia local. Tenemos Con Ciertos invitados, con artistas profesionales; las Expo del Mes, que están relacionadas con el patrimonio musical sagüero; la Peña del Bolero, con artistas aficionados, la peña Todos Aquellos Años  para rememorar etapas trascendentales de la música; la Peña de los Beatles, para homenajear a tan memorable agrupación; los Conciertos del Grupo Lírico, donde se rescata la música lírica de la localidad; y actividades de extensión.”

En una tan apretada ¿agenda cómo es llevar a la par el trabajo y la familia?

“Es muy difícil, la suerte es que vivo con mi mamá pero aún así tengo que hacer espacio para el niño y es complicado. En la noche ocurren la mayoría de las actividades culturales. A la hora que llego tengo también otras obligaciones. El espacio lo hago, por suerte el niño lo entiende, él sabe el compromiso que tengo con el trabajo. He logrado que él entienda, insertarlo en lo que realizo. Creo momentos, busco espacios y ando en la constante búsqueda de interrelación, ahora que está en edad escolar, para que él vea la importancia de los que realiza mamá. A mi esposo lo he logrado involucrar también y ayuda mucho aquí. Somos pocos trabajadores y un solo hombre, por tanto se suma y ayuda”.

¿Cuánto crees que has hecho y cuánto te falta por hacer?

“Creo que he logrado mantener el legado del Museo de la Música. Me ha costado mucho trabajo porque no estaba preparada. Creo que el mayor logro ha sido mantenernos. Mantenernos a pesar de la pausa que impuso la pandemia, donde tuvimos que improvisar y darnos a conocer de otra forma: a través de las redes sociales. Que nuestro trabajo sea reconocido y visto es un mérito”.

“También tengo sueños. Mi mayor sueño para mi museo es que esté en optimas condiciones, reparación y mantenimiento, poder cambiar las vitrinas, la marquetería, eso desde el punto de vista material y, por otra parte, lograr un museo más interactivo, donde más allá de una institución fría sea un espacio para amigos, que se vayan llenos de paz espiritual, que sea un espacio para olvidar tensiones, que continúe siendo gustado por el público, porque ellos son nuestra esencia”.

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