-¡Mamá, yo quiero un cana en YouTube!

Ese fue el desayuno de una de mis mañanas, cuando mi hijo de 4 años en aquel entonces, me taladró el sentido.

No pudiera relatar lo perpleja que me quedé por un momento. Luego pensé y con el avance y uso cada vez más continuado de las tecnologías, no me puede sorprender que los niños pidan, a edades cada vez más tempranas, tener su propio teléfono móvil, o para estos casos, un canal en Youtube.

Muchas veces, los adultos cedemos ante la insistencia de los menores, no con la creación del canal, que eso quede claro, pero sí con la visualización de contenido “para niños” en esa plataforma o el acceso a otras, para saludar a la familia que está lejos o enterarse de lo que sucede en la farándula.

Pero ¿somos absolutamente conscientes de los peligros a los que se exponen los pequeños?

Hablando en Plata, las nuevas tecnologías han cambiado por completo la forma en la que los niños socializan, se entretienen o estudian. Si las redes sociales suponen ya, en ocasiones, ciertos riesgos para los adultos, en el caso de los niños se multiplican, pues no tienen el mismo sentido del peligro que un cerebro ya maduro. Y me atrevo a decir, que es una práctica que los aleja de su edad infantil.

Pudiéramos justificarnos siempre que revisamos lo que hacen, que solo ven muñequitos, que simplemente se comunican con la tía que vive en…Egypto. Pero, las leyes existen para que se cumplan. El uso de las redes sociales no es legal por menores de 14 años y está prohibido que se registren sin el consentimiento previo de sus tutores legales. Aquí, comienzan las inventivas y dulces y tiernas princesas de mami y papi con 7 años, aparecen como de 88 para poder navegar en facebook, el “non plus ultra” para declararse en onda.

Y ¿sabe usted, padre que me escucha, que a través de internet, por Facebook, Tik-Tok, Instagram, su pequeño puede sufrir acoso en línea de ciberdepredadores, que puede presentarse como un amiguito de Argentina, por ejemplo? También puede ser estafado, su hijo se expone a publicaciones que pudieran atormentarlo más adelante, les genera baja autoestima, ansiedad, depresión o le hace saltar etapas que aun no les toca.

Navegando por Facebook, buscando un simple jabón de baño o detergente, no se ha encontrado en las muchi mil páginas de revolico que hay, “imágenes de niñas vendiendo su integridad”, mujeres por poco, vestidas, otras en posturas retadoras. Los niños que acostumbran visitar estas redes se encontrarán con lo mismo, pero en edades curiosas, donde no saben nada y quieren saberlo todo.

Si permite usted que su hijo, menor de edad, o pequeño, aún de escuela primaria, esté navegando por páginas potencialmente pornográficas, degradantes, con todo tipo de vicios habidos y por haber que caracterizan al ser humano, luego, no ponga en práctica su muchosidad responsable de sentirse traicionado, por un menor, que no se manda y que ha sido usted quien le ha puesto en sus manos una bomba de tiempo y de carácter.

Aquí la nota discordante es ese niño que ya comienza a vestirse con una piel prestada, que le queda grande, que no debe ponerse aún, pero que irá acomodando a sus carnes y en menos de lo que canta un gallo, le quedará, que ni mandada hacer.

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